martes, 23 de julio de 2013

Medianamente normal

Es un pedido, una solicitud, una necesidad, una súplica, una orden. Es lo que sale de la boca de una madre, un padre al lado de la cama de su hijo, con un corazón roto, con cáncer, con alguna condición de salud. Incluso puede ser un pedido en casa, en el diario vivir, en cualquier momento. Quiero vivir una vida medianamente normal. O que la viva mi hijo, lo que se quiere es la oportunidad. 

Cuando nos embarazamos, lo hacemos por ilusión, por sentido, por aumentar la población. Durante nuestro embarazo no pensamos en la mayoría de las ocasiones más allá de el día que salgamos de cuentas y veamos la hermosa cara de nuestro niño. No queremos ni por pura casualidad ni tan siquiera pensar, que venga con los ojos rasgados por la trisomia 21, o con la boca imperfecta por el labio leporino. Con la espalda en s por la distrofia, ni mucho menos con un latido diferente por un corazón roto. 

Nos negamos a pensar en negativo, porque si lo hacemos en positivo, todo será positivo, sólo que a veces el destino nos juega malas pasadas. Muy dentro de nosotros esperamos tener esta vida normal, la que vive una gran parte de los seres humanos. Este mundo autómata de despertar, trabajar, cocinar, ayudar con las tareas, dormir. Todos los días por 365 días, todos los años, menos los bisiestos. 

A simple vista, yo parezco llevar una vida normal, mi hijo mayor parece llevar una vida normal, mi hijo pequeño, parece llevar una vida muy normal. Pero sin embargo, según ellos crecen y mis miedos con ellos, caigo en la cuenta, de que llevo una vida fabricada por la normalidad de la sociedad. Y que en realidad no llegamos ni a la medianamente normalidad. Entonces, por una parte quiero que Jan crezca para que madure y   todas las conductas entren en el ranking de lo medianamente normal. Pero al contrario no estoy segura de querer que Ian crezca, porque en su ignorancia todavía puedo y el puede llevar una vida normal. Sin embargo va creciendo tan rápido y con el crecen mis miedos a lo doble que el, que siento que en algún momento esas vigas donde están apoyadas la pared de la normalidad se van a colapsar. 

Entonces a veces me pregunto, ¿tendremos los padres de niños con condiciones de salud la tregua para vivir una vida medianamente normal? Dónde aparte de vivir como autómatas podamos vivir un poquito sin miedos de situaciones que no podamos controlar, de olvidos de dosis de medicamentos, de estadías en el hospital. ¿Será que tendremos una tregua en el ring de la vida, nosotros, nuestros hijos? 

Las situaciones de mis hijos me han hecho crecer, madurar, y a veces entender ciertas situaciones. Me han hecho ser más empática, más humana. Sin embargo, me han hecho más histérica y más miedosa. Y si, se puede más. No cambiaría mi vida, no cambiaría a mis hijos, sólo que a veces pienso que tanto ellos como yo, necesitamos, suplicamos, ordenamos, UNA VIDA, medianamente normal. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario